Introducción
Estamos viviendo una era de gran crecimiento digital. Hoy las redes sociales que antes
sólo se usaban como medio de interacción se han convertido en poderosas herramientas que
favorecen la creación de oportunidades de desarrollo económico. Dentro de este contexto,
los medios digitales ofrecen la oportunidad de obtener beneficios económicos a través de la
imagen de aquellos personajes que gozan de gran popularidad y confianza, conocidos como
“influencers”, los mismos que dependiendo de la cantidad de suscriptores se han abierto
camino en varias empresas interesadas en promover su publicidad y sus marcas (Allca y
Vásquez, 2020).
Dentro de este análisis aparece un concepto más amplio como es: el marketing digital
que se transforma entonces en un marketing de influencia, ya que los influenciadores se han
convertido en agentes de cambio que actúan directamente en las decisiones de compra y
venta de productos y servicios, generando lazos de confianza y fidelidad que para las
empresas se traducen en grandes y sostenibles beneficios monetarios (Rodríguez y García,
2022). De acuerdo con un estudio de la plataforma de marketing conocida como Influencity,
Latinoamérica tiene 23 millones de influenciadores activos, lo que significa el 2,7% de la
población. Esto denota una gran concentración de influenciadores o decisores de compra en
países latinos, lo que destaca la importancia de estos actores (Mena, 2023).
En base a lo expuesto, Latinoamérica agrupa una gran cantidad de influenciadores que a
la vez generan una gran cantidad de rentas. La tributación de los creadores de contenido
respecto al impuesto a la renta se encuentra sostenida en las normas tributarias de cada país.
Así como existen similitudes, también existen diferencias significativas en la tributación de
las diversas regiones. Se los considera para temas impositivos según las normas fiscales
generales y tributan según los ingresos mundiales de sus países de residencia o, en el país
que les genere su principal fuente de ingresos, en concordancia con los no residentes
cubiertos por un tratado de doble imposición (Castellanos et al., 2022). La residencia fiscal
de un creador de contenido logra ser un elemento decisivo en su deber tributario. Los
tributos se determinan en base a la residencia, y las ganancias generadas dentro del territorio
tanto nacional como internacional (Lawyou, 2019).
En cada país la legislación es diferente, y en términos de tributación de influenciadores
aún se están implementando poco a poco políticas regulatorias. Los gobiernos de varios
países latinos han decidido identificar a estos actores de las redes sociales y normar sus
actividades que se observan con altas rentas y retribuciones económicas de diversa índole
(López, 2019). Es importante indicar que en algunos casos podría existir desconocimiento en
cuanto al tema tributario o una percepción equivocada respecto a los tributos, lo que puede
incluso estar relacionado con una falta de socialización por parte del estado hacia sus
contribuyentes, lo que ocasiona también problemas de pago o retrasos dependiendo de cada
país y su realidad (Salinas et al., 2023).
En Ecuador, el gobierno está implementado una serie controles por parte de la
Administración Tributaria respecto a las actividades que generan los influenciadores como
parte del Plan de Justicia Tributaria que impulsa el pago de impuestos a través de tres
planes: Control Justo, Plan de Simplificación y Plan Todos Contribuimos con la finalidad de
fomentar el pago justo y equitativo de los tributos (Ayala, 2023). En este artículo académico
surge entonces la pregunta de investigación: ¿Cuál es el impacto del impuesto a la renta de
influencers en la recaudación fiscal de Latinoamérica?