Sapientia Technological Vol. 5 Núm. 2, julio-diciembre 2024, ISSN: 2737-6400
Introducción
La comunicación organizacional ayuda a establecer un comportamiento basado en los valores
de la empresa, por ello, es importante gestionarla, con miras a fortalecer la identidad corporativa y
una buena relación entre colaboradores. “La comunicación interna se ha estudiado en relación con:
satisfacción laboral, efectividad organizacional, productividad, identidad, retención de personal, y
compromiso organizacional, entendiendo el último como un estado, afectivo-motivacional positivo
de realización”. (Valencia & Castaño, 2022, pág. 4). En cuanto al desarrollo organizacional, este
busca mejorar el desempeño y crecimiento de la organización y los colaboradores.
Según (Robbins & Judge, 2009) la comunicación organizacional es la administración del
conocimiento (AC), que permite organizar y distribuir la sabiduría colectiva de modo que la
información correcta llegue a las personas correctas en el momento preciso, lo cual favorece un mejor
desempeño organizacional, también permite, “suministrar a los miembros de la organización la
información necesaria acerca de su cultura e integrarlos en la misma”. Kreps, 1990, como se citó en
(Pineda, 2020, pág. 14).
Desde el punto de vista de (Pacheco & Álvarez, 2022) concebir una empresa sin un sistema
comunicacional sólido y ajustado a sus necesidades sería un error que los puede afectar la ejecución
de procesos, así como, el sentido de pertenencia, un mal clima laboral, entre otras. La comunicación
interna se basa en el flujo de información en múltiples direcciones, entre ellas la comunicación
asertiva, la cual involucra emociones, actitudes, sentimientos e intereses de los colaboradores,
buscando la satisfacción y mejorando la competitividad de la empresa. Está dirigida al cliente interno,
pues da respuesta a un sin número de necesidades y permite motivar al equipo y retener a los mejores
talentos (Cevallos & Escobar, 2023), por ello se vuelve imprescindible medir su efectividad.
La sociedad es cada día más dinámica y la velocidad de la información se incrementa
constantemente, por ello, las organizaciones tienen necesidades tanto de cambio como de adaptación,
al igual que sus integrantes. El máximo reto enfrentado por el directivo del futuro, así como por las
organizaciones, será propiciar cambios tendientes a desarrollar todas las facultades y potencialidades
humanas dentro de la organización a fin de hacerla más competitiva, pero sin subestimar el costo
económico que esto implica (Castaño y otros, 2023).
Los autores (Torres y otros, 2019) sostienen que el desarrollo organizacional es considerado
la base de todas las organizaciones. Por eso se cree necesario evaluar el rendimiento de las personas
en el trabajo. Para ello es importante, partir de un diagnóstico que permita a la organización,
identificar en qué se está fallando, con la finalidad de gestionar los cambios necesarios a partir de
necesidades identificadas. El capital humano juega un rol esencial en el desarrollo de las actividades.
En tanto, para (Chiavenato, 2007) “las características del Desarrollo Organizacional son las
siguientes: enfoque dirigido a la organización en su conjunto, orientación sistémica, agente de
cambio, solución de problemas, aprendizaje por experiencia, procesos de grupo, retroalimentación,
orientación situacional, desarrollo de equipos” (pág. 421).
En general, el desarrollo organizacional es importante porque permite ajustar las estructuras
organizacionales, liderar equipos de trabajo de manera efectiva y ayuda a mejorar las relaciones
interpersonales para prevenir conflictos o resolverlos oportunamente. El propósito del desarrollo
organizacional es gestionar el cambio para que las metas se alcancen dentro de un marco de tiempo
determinado. Entonces, su importancia radica en su capacidad para hacer crecer una empresa y ayudar
a crear una cultura de mejora continua para mantener a todos alineados hacia los mismos objetivos,