también clarifica los objetivos específicos y el alcance de la ruta, permitiendo que la estructura del
diseño este alineado estratégicamente desde el inicio, facilitando una ruta más coherente y centrada
en el valor añadido que se desea proporcionar al visitante.
A diferencia del Manual de Atractivos Turísticos del MINTUR que se centra
fundamentalmente en la catalogación de recursos naturales y culturales, la metodología que se
propones en este diseño incluye otros aspectos como la evaluación de la calidad, la singularidad de
estos recursos y la capacidad de carga, los cuales permiten prever y mitigar impactos negativos, al
considerarlo como una característica más estructurada frente a las metodologías revisadas. Esto no
solo garantiza la relevancia y sostenibilidad de los atractivos seleccionados, sino que también ofrece
una base sólida para la gestión del flujo de visitantes, elemento crucial para la preservación de los
recursos y la experiencia del visitante.
La propuesta metodológica se distingue por integrar un enfoque exhaustivo de análisis de
mercado y competencia que incluye benchmarking de buenas prácticas, segmentación del público
objetivo, análisis de demanda potencial y un estudio de factibilidad y logística. Mientras que, cuando
se analiza el trabajo de Ibarra Luna et al. (2020), que resulta valioso para analizar rutas con relevancia
cultural, esta carece de una fase tan detallada de estudio de mercado y competencia, como se muestra
en la metodología que se ha presentado, que no solo evalúa la demanda y la segmentación de los
visitantes, sino que también integra el análisis FODA y la definición de una propuesta de valor, lo
que proporciona una ventaja competitiva sustancial para el desarrollo de rutas turísticas exitosas.
Aunque autores como Ejarque (2005) en su obra sobre destinos turísticos, abordan la
importancia de la estructuración de itinerarios, la metodología presentada perfecciona este proceso al
incluir etapas específicas como la selección de puntos de interés, la estructura del recorrido, el tiempo
de duración y las actividades en cada punto. Este nivel de detalle no solo garantiza una planificación
organizada del itinerario, sino que además permite adecuar las experiencias de los visitantes a las
expectativas y necesidades del público objetivo, algo que no se explora con la misma profundidad en
otras metodologías.
La inclusión de elementos clave como accesibilidad y transporte, seguridad y señalización,
instalaciones de alojamiento y alimentación, energía y telecomunicaciones, en la metodología
expuesta, permite diferenciarse de otras propuestas como la del Manual de Atractivos Turísticos del
MINTUR, que menciona la infraestructura, pero no especifica el diagnóstico de manera detallada. Lo
que garantiza que se aborden en esta investigación todas las necesidades logísticas para la ejecución
exitosa de la ruta, proporcionando una base sólida para la experiencia del visitante y la operatividad
de la ruta en el largo plazo.
La fase de Diseño de la Experiencia Turística incluye aspectos innovadores como la
tematización, la participación del visitante, y la sostenibilidad ambiental, como elementos esenciales
para garantizar una experiencia turística diferenciada y atractiva. En comparación con el enfoque de
Ejarque (2005) y el manual de SENA, la propuesta presentada va más allá al enfatizar en la seguridad,
la comodidad y el uso de tecnología que sean capaces de enriquecer la experiencia del visitante. Esto
facilita que la ruta sea tanto segura como tecnológicamente adaptada a las tendencias actuales del
turismo, ofreciendo un itinerario más memorable y atractivo, alineado con las expectativas de un
turista moderno.
Mientras que el Manual de Generación de Rutas del MINTUR y el trabajo de Ibarra Luna
reconocen la importancia de la sostenibilidad, la metodología expuesta se distingue por incluir un