Sapientia Technological Vol. 5 Núm. 2, julio-diciembre 2024, ISSN: 2737-6400
Introducción
El Ecuador, es reconocido por su extraordinaria biodiversidad, la agricultura ha desempeñado
un papel destacado como ventaja competitiva. Sin embargo, esta fortaleza enfrenta amenazas
derivadas de procesos industriales, contaminación ambiental, costos elevados para el mantenimiento
de tierras, explotación laboral en fincas y haciendas, así como barreras de acceso a la educación y la
salud. Estos desafíos, junto con la presión del consumidor por precios más bajos, han motivado a
numerosos agricultores a abandonar sus tierras en busca de oportunidades más prometedoras
(Estrategia Nacional de Biodiversidad, 2015).
En el contexto global actual, donde la búsqueda de un estilo de vida más saludable se ha
convertido en una prioridad, la elección de consumir productos orgánicos emerge como una
alternativa crucial. Méndez y Molina (2014) sugieren que el comercio justo puede ser una opción
viable para la internacionalización de pequeños productores. La producción orgánica, al prescindir
del uso de pesticidas, no solo genera productos agrícolas de alta calidad y mayor valor nutricional,
sino que también contribuye a la preservación del medio ambiente.
Según los datos más recientes de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura
Orgánica (IFOAM), en el 2022, las tierras agrícolas orgánicas a nivel mundial alcanzarían un
aproximadamente 80 millón de hectáreas, mostrando un crecimiento constante desde 2011. En la
distribución regional, Oceanía lidera con alrededor del 50%, seguida por Europa con un 20%, y
América Latina, incluyendo a Ecuador, con aproximadamente el 10%. América Latina destaca como
una región relevante en la producción de productos orgánicos a nivel global.
En el ámbito global contemporáneo, el desarrollo sostenible y la competitividad en la
agricultura han cobrado gran relevancia, especialmente en naciones como Ecuador, donde los
pequeños agricultores desempeñan un papel vital en la producción y exportación de productos
agrícolas. La certificación orgánica ha surgido como un elemento destacado, garantizando prácticas
agrícolas sostenibles y proporcionando una ventaja estratégica para acceder a los mercados
internacionales. Mora et al., (2020) destaca que esta certificación no solo asegura la calidad de los
productos, sino que también se ha consolidado como un diferenciador crucial en un mercado global
cada vez más enfocado en la sostenibilidad. La competitividad de los pequeños agricultores
ecuatorianos se ve directamente afectada por su capacidad para cumplir con estándares
internacionales, y la certificación orgánica se presenta como un medio efectivo para alcanzar estos
requisitos.
En el contexto ecuatoriano, la contribución de las 24 provincias a la producción de productos
orgánicos sigue siendo notable, con 23 de ellas participando activamente en este sector. Estos datos
subrayan la importancia de la agricultura orgánica en la diversificación de la producción agrícola y
en la adopción de prácticas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente (FILB, 2019).
El Ministerio de producción, comercio exterior, inversiones y pesca (2023) señala que Europa
representa aproximadamente el 30% de las exportaciones orgánicas del Ecuador, con destinos
principales como Alemania, Francia y Países Bajos. En un informe emitido por el Banco central del
Ecuador (2023), se encontró que Asia está experimentado un aumento significativo como destino de
las exportaciones orgánicas del Ecuador, representando cerca del 10% del total, con China como el
principal mercado en esta región.
La investigación busca comprender cómo la certificación orgánica impacta en el desarrollo
sostenible del sector exportador y su impacto en los pequeños productores orgánicos, explorando
temas como la competitividad, el acceso a mercados internacionales, la calidad de vida de los
agricultores y las estrategias de sostenibilidad implementadas en este contexto específico. Utilizando